El poliéster es la fibra sintética más común del mundo y ha sido la fibra de más rápido crecimiento desde 1980, según el Informe de materiales de fibra preferidos de Textile Exchange 2017. Se utiliza en una amplia gama de aplicaciones, desde textiles técnicos hasta ropa deportiva.
Es una tela suave, liviana, hipoalergénica y que no hace bolitas que se puede tejer o tejer para formar muchas texturas y composiciones diferentes. También absorbe la humedad, es resistente a las arrugas y es muy duradero, lo que lo convierte en una opción popular para la industria de la confección.
La producción de poliéster involucra la extracción de petróleo crudo, refinándolo químicamente para hacer polímeros y extruyéndolos en fibras a través del hilado. Estos procesos consumen mucha energía, agua y productos químicos y liberan contaminantes y gases de efecto invernadero a la atmósfera. Esto contribuye a la crisis mundial de contaminación por desechos plásticos y microfibras que contamina nuestras vías fluviales, mata la vida silvestre terrestre y marina y pone en peligro la salud humana.
La fabricación de poliéster utiliza una variedad de productos químicos tóxicos que incluyen cloro, formaldehído, antimonio y plomo. Algunas de estas sustancias químicas son cancerígenas y pueden causar enfermedades respiratorias, como asma o rinitis.
La mayoría de los tintes y blanqueadores textiles contienen metales pesados tóxicos como el cadmio y el cromo, que pueden ser peligrosos para nuestra salud. Además, la mayor parte del algodón que se usa en la industria de la confección está hecho de semillas tratadas con pesticidas y ha sido tratada con químicos dañinos.
La fabricación de poliéster utiliza una cantidad significativa de energía y genera una gran cantidad de residuos durante todo el proceso. Además, el poliéster tarda más de 200 años en descomponerse en los vertederos y más del 85 % de todos los textiles que se desechan se tiran a los vertederos o se queman.
De hecho, muchas marcas de moda ahora están tratando de reducir su impacto en el medio ambiente mediante la promoción de opciones de ropa más sostenibles. Uno de los más populares es el uso de poliéster reciclado. Sin embargo, existe un problema con la forma en que se recicla la ropa usada. Si bien existen programas de reciclaje para la ropa de poliéster usada, menos del 1% de los materiales recolectados se reciclan en telas o ropa nueva.
También es difícil separar las polimezclas de 100% poliéster y reciclarlos como un solo producto. El reciclaje de mezclas de poliéster es un desafío continuo para la industria de la moda, y los fabricantes están trabajando arduamente para encontrar formas de separar estos dos productos.
A pesar de estos desafíos, el poliéster se ha convertido en una parte importante del mundo de la moda rápida, ya que es asequible y duradero. También está disponible en una variedad de colores, patrones y composiciones, lo que lo hace versátil para muchas aplicaciones diferentes.
Los usos más comunes del poliéster se encuentran en la industria de la confección y las aplicaciones industriales. Se puede tejer o tejer para formar una variedad de tipos de productos, como abrigos, chaquetas, pantalones y camisas. También se usa comúnmente en la fabricación de productos para el hogar, como fundas de almohadas, mantas y cortinas.
El poliéster tiene muchas ventajas sobre las fibras naturales como el algodón, incluida la rentabilidad, la versatilidad y la durabilidad. Se puede tejer o tejer y tiene muchas propiedades que lo hacen ideal tanto para prendas interiores como exteriores.